Crónicas Provinciales

Crónicas Provinciales 330 Hay un campanil y veleta de hierro forjado que corona el final de la cúpula, donde abrazados a él, D. Delfín Martín y Vicente Sosa, retaron al peligro por la exposición física personal de unas alturas de más de 40 metros, celebrando con gran regocijo la culminación de una de las reformas de la Iglesia de Santiago. (Fig. 9-66). En 1747, se hallaba instalado el cajón del viejo reloj de una sola esfera, renovado en 1962. Aquel primitivo reloj, había que accionar su cuerda manualmente y en períodos muy continuados teniendo a cargo su mantenimiento Emilio Merchán Díaz, instalando nuevo cronómetro en los dos frontales principales del penúltimo cuerpo de la torre, cuyos muros hubo que perforar a mano hasta conseguir el hueco de 1.60 m. acoplando allí, el eje y la maquinaria de ambos cronómetros. (Fig. 9-64). El presupuesto de reforma de la torre-campanario ascendió a 425.519 pesetas en 26 de octubre de 1964 siendo el maestro constructor Vicente Sosa Pove que se proveyó de algunas cuadrillas, sobreviviendo hoy, muy pocos de ellos que me fueron relatando las vivencias laborales de aquella obra, albañiles que aun conservaban muy buenos recuerdos y documentos de los diferentes trabajos realizados, no sólo en su atalaya, sino en el resto de la Iglesia de Santiago. Se exceptúan de la cantidad del presupuesto mencionado los honorarios del arquitecto pacense Eduardo Escudero y del aparejador. ( Figs. 9-62 y 9-65). El imafronte también soportó un nuevo revestimiento pétreo, montándose airosos pináculos al final de los gruesos estribos de la fachada principal de la Iglesia. Los antiguos pináculos que a día de hoy, adolecen de un desplome vertical que estaban dañados procediendo a cambiar la ornamentación en el resto de las cúspides –casi todas sustituidas–. También en ese año de 1964, es acordado por la Junta Parroquial que en el mismo vértice del frontis revestido, sea colocada una cruz de piedra, simbología cristiana a destacar y que suele coronar los edificios religiosos. (Fig. 9-67). En 1962 se reforma toda la cubierta del tejado y se repara el sótano-refugio que ocupaba buena parte de los 1.250 m2 de superficie del recinto religioso, Vicente Sosa, fue designado encargado de obras con un maestro, en el que dándole de alta, llevó a cabo toda la cubierta del tejado donde fueron sustituidos la totalidad de los caballetes de madera de pino de Flandes que, dado su visible deterioro presentaban una ruina irreparable, hallándose apuntalados en el envés de las mismas bóvedas de crucería que caracterizan al Gótico. (Fig. 9-63). Ante este estado tan lamentable, surge la decisión imperiosa del que fue nombrado en 1958 párroco de esta Iglesia D. Delfín Martín, que se propone la urgente reforma de su cubierta que se inicia en 1962, procediendo a sustituir el caballaje de la vieja madera por otros metálicos, que izados en el “mosquito” se iban atornillando por piezas y soldándolos según su numeración. (Fig. 9-63). Aquellos aguerridos albañiles subían al campanario, desván o tejado, al menos dos veces al día y cuenta el maestro, que aunque lo intentó, nunca consiguió contar los numerosos peldaños de la torre perdiendo siempre la cuenta en el ensayo. (Fig. 9-62). NOTA. Toda la información que se recogen en estas instantáneas que han sido cedidas por el Museo Etnográfico de Don Benito, ha sido extraída del reportaje de Juan José Lozano Santo publicado en la Revista Santiago 2008, ya que sus escenas se ajustan a la literatura difundida Estas crónicas pretenden seguir las normas generales de publicaciones.

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