Crónicas Provinciales

103 Crónicas Provinciales en calle de la Virgen hasta la misma Iglesia parroquial donde fue bendecida por el quien era entonces el cura párroco D. Agustín Rufo Mandado que, según documentos obtenidos, también fue Capellán de la Hermandad Sindical de Labradores y Ganaderos de Don Benito en la década de los años 1950. 15.- En este apartado se comenta la información facilitada por la empresa “Fundiciones Capa” de Arganda del Rey (Madrid) datos muy escasos y deficientes de esta escultura que a pesar de ciertos requerimientos no fueron facilitados por el Ayuntamiento de Don Benito cuando en el año 2010 encargó su reproducción a la entidad mencionada. En una entrevista personal, declara el Concejal de Cultura que la idea escultórica partió de los Fondos Feder siendo entonces cuando se contacta con fundiciones Capa, cuyo titular- se cree- que fue compañero de estudios con A.G. Cañamero en la E.B.A. de San Fernando. La famosa fundición envía a su técnico D. Jesús de la Fuente que tomó toda clase de medidas y multitud de fotos de la estatua original de San Sebastián ubicada en su Parroquia, figura que mide 215 x 73 x 73 cms. Manteniendo las mismas proporciones, aun con distintos perfiles, se hizo en cera de color violáceo que dándose el vistobueno oficial, fue pasada a bronce en la posición actual. No se ha logrado el nombre del artista de esta escultura, cuya autoría se presupone que partió del equipo técnico de Fundiciones Capa. El santo mártir es muy venerado por la Iglesia Católica y por la Iglesia Ortodoxa siendo soldado del ejército romano y del emperador Diocleciano alias “El Cruel” que desconociendo que era cristiano llegó a nombrarlo jefe de la primera cohorte de la escolta pretoriana imperial. Nació en Narbona (Francia) en el año 256, pero se educó en Milán. Cumplía con la disciplina militar, pero no participaba en los sacrificios paganos por considerarlos idolatras. Como cristiano, ejercitaba el apostolado entre sus compañeros, visitando y alentando a otros cristianos encarcelados por causa de su religión. Acabó por ser descubierto y denunciado al emperador Maximiano (amigo de Diocleciano), quien lo obligó a escoger entre poder ser soldado o seguir a Jesucristo, eligiendo seguir la doctrina cristiana. Decepcionado, el emperador le amenazó de muerte, pero el Santo se mantuvo firme en su fe, enfureciendo con esta confesión al emperador que le condenó a morir a flechazos. Las huestes del César lo llevaron al estadio, lo desnudaron, lo ataron a un poste, y lanzaron sobre él una lluvia de saetas, abandonando su cuerpo dándole por muerto. No obstante, sus compañeros en la fe, se acercaron a él y viendo que aún vivía lo llevaron a casa de una noble cristiana romana llamada Irene que lo mantuvo escondido y le medicinó las heridas hasta quedar restablecido. Figura 2-15. San Sebastián. Año 256-288. d.C. Fuente: Archivo fotográfico del autor.

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